El arquitecto y profesor José Joaquín Parra Bañón publicó hace diez años su tesis doctoral, Pensamiento arquitectónico en la obra de José Saramago, y casi simultáneamente dio a la imprenta sus Tratados de poliorcética, dos volúmenes complementarios que nos descubrieron a muchos su singular talento literario. El libro sobre Saramago, de sólida estructura y eficaz redacción, resulta al cabo previsiblemente académico, pero en los Tratados la erudición se pone al servicio de la creación literaria y editorial, conformando una obra de belleza inquietante y elegante tipografía. La poliorcética, como nos informa precautoriamente en el último capítulo de Pensamiento arquitectónico, es el arte de atacar y defender ciudades, y Parra Bañón utiliza esta referencia clásica a modo de artificio que agrupa musicalmente (con la composición 3x3 que fascinaba a Winckelmann) un centón de textos denominados ‘catálogo de esdrújulas’: tácticas, ámbitos, métodos; cólera, víctimas, cómplices; y órganos, hábitos, lírica. Como puede verse, tres libros —a su vez divididos por otras rúbricas esdrújulas— en cada uno de los tres tratados, para formar un conjunto heteróclito de fragmentos centelleantes, a medio camino entre Oulipo y Miguel Espinosa.
Unos años más tarde, su deslumbrante Bárbara arquitectura bárbara —que utilizaba a la virgen y mártir, caracterizada en la iconografía por la torre de su encierro, como un vínculo entre arquitectura y literatura—, le permitió reunir sus dos pasiones intelectuales en un volumen de exquisito diseño y extraordinaria prosa. Con sus propias palabras, es un «ensayo acerca de la barbarie y el sitio, la extravagancia y la estridencia, el éxito y el éxtasis, la mística y la castidad de la arquitectura», que amalgama o acopla una formidable erudición clásica con el conocimiento exacto de las artes y las letras contemporáneas. Un texto de violenta belleza al que poco después seguiría Arquitecturas terminales, ilustrado como el anterior pero más académico en apariencia, que recorre la ‘teoría y práctica de la destrucción’ con la misma estimulante combinación de referencias arcaicas y actuales, para continuar explorando al cabo idénticas obsesiones: la poesía trágica de la arquitectura y el amor carnal por las palabras. El profesor Parra nos obsequia con la sensualidad de las ideas y las imágenes, una oferta generosa que merece ser aprovechada. Es un raro contemporáneo y un lujo a nuestro alcance.
