Éste es el fruto de un trabajo historiográfico que parte no de la excepción, sino de la norma, y que ha prescindido de los actores principales para dar el protagonismo a las figuras secundarias. Aspira a reflejar la temperatura creativa del periodo 1950-1965; y lo hace con el concurso de un grupo de arquitectos e historiadores —veteranos como Carlos Sambricio o Josep M. Rovira junto a jóvenes como Iñaki Bergera o Marisa García Vergara— que han recreado la vida y obras de una veintena larga de arquitectos del momento —desde Aburto a Vázquez Molezún, pasando por Gili y Bassó, Fray Coello o Moreno Barberá— para reivindicar su papel en la construcción de la modernidad española y, como señala Luis Fernández-Galiano en el prólogo, para matizar y enriquecer las visiones canónicas.