Desde la infancia, deseamos trepar a los árboles, remontar hasta lo alto de una torre o asomarnos a los acantilados en busca de un diferente e intenso punto de vista. A partir del siglo XIX, la ciudad moderna se ha asociado a la idea de verticalidad, al sueño de levantar construcciones más y más altas que desafían los principios estructurales y pretenden, literalmente, rascar los cielos. La cultura occidental no ha conformado únicamente una escenografía de la verticalidad, sino que ha generado un nuevo universo perceptivo y visual de la ciudad tensionado por el vértigo que interpela nuestra relación con el abismo, propia en ocasiones de escaladores y funambulistas.
El fenómeno, alentado por las redes sociales, de retratarse en posiciones vertiginosas desde lo alto de edificios y estructuras verticales refleja metafóricamente la implicación de la arquitectura y el espacio urbano en el inestable equilibrio que desorienta y caracteriza a los ansiosos cambios sociales contemporáneos. Asomarnos y mirar desde lo más alto nos otorga por un lado una visión de mayor alcance y perspectiva —que nos ayudaría por tanto a comprender mejor y acertar en los diagnósticos y las soluciones—, pero por otro lado nos produce la inseguridad propia del vértigo, del miedo a perder pie y caer.
On Balance: Architecture and Vertigo, escrito brillantemente por Davide Deriu —profesor de Teoría e Historia de la Arquitectura en la Universidad de Westminster—, explora por primera vez la relación interdisciplinar entre arquitectura y vértigo desde una aproximación histórico-crítica que añora un equilibrio entre la ansiedad y el placer que nos produce la mareante e inestable experiencia de la vida urbana en altura de las metrópolis contemporáneas. Con un buen y selecto número de ilustraciones, se analizan aproximaciones explícitamente arquitectónicas como observatorios, pasarelas y piscinas suspendidas, pero también otras situaciones extraídas de la neurociencia, el arte o la fotografía.