Considerar la arquitectura como una forma de conocimiento en estrecha relación con la técnica, la política, la historia o la filosofía es una hermosa manera de devolverle el sentido humanista que a menudo se le hurta. En este pequeño pero intenso libro de entrevistas, La ciudad es de todos, Paulo Mendes da Rocha defiende con unos argumentos impecables esta postura, que desgraciadamente no es ni hegemónica entre los arquitectos ni común entre la crítica.

Tratando de ahuyentar el pesimismo, Mendes da Rocha ensalza algunos de los que él considera grandes avances, como pueden ser la prefabricación de elementos constructivos o las altas cotas de urbanización. Sin embargo, no falta en el libro una crítica mordaz y acertada de los males que acechan a nuestra disciplina: desde las modernas urbanizaciones cerradas que niegan por completo la esfera de lo público hasta los grandes proyectos faraónicos y carentes de función social.

En definitiva, en el texto se ponen de manifiesto ideas tan fundamentales como la indiscutible urbanidad del ser humano o la concepción de la política como medio y fin de la arquitectura, en un contexto en el que los arquitectos debemos hacernos cargo de la responsabilidad social que nuestra capacidad para transformar el mundo trae consigo.