A partir del año 1990 la arquitectura chilena comenzó a recibir creciente atención internacional. La amplia difusión que tuvo el Pabellón de Chile en la Feria Internacional de Sevilla de 1992 constituyó una de las evidencias iniciales de este fenómeno. La aparición de numerosas publicaciones dedicadas a la producción arquitectónica chilena confirmó el interés por un país pequeño y periférico, que concluía un período autoritario de dieciséis años e iniciaba una andadura democrática. Su arquitectura ya no era ajena a fenómenos internacionales, como la idea de regionalismo crítico enunciada por Kenneth Frampton, ni se centraba únicamente en el interés por la identidad local que la había caracterizado durante la década anterior. Algunos arquitectos chilenos, abandonando el interés por la reinterpretación del pasado, que había caracterizado la sensibilidad posmodernista dominante en los años 80 dirigieron una nueva mirada a la producción moderna. Una poética material y la atención a las sugerencias del paisaje y el territorio caracterizaron esta nueva sensibilidad...
[+]