(1918-2000)

Con la muerte de Bruno Zevi, la arquitectura orgánica ha perdido este año a uno de sus defensores más incondicionales. Nacido en Roma en el seno de una familia judía, las leyes raciales de Mussolini le obligaron en 1940 a exiliarse en Estados Unidos. Mientras estudia en Harvard con Gropius y Giedeon descubre la obra de Frank Lloyd Wright, en la que vio el modelo de expresión democrática que Italia necesitaba tras la guerra. De vuelta a su país natal, su carrera discurre al margen del grupo milanés aglutinado en torno a Ernesto Nathan Rogers y la revista Casabella. Profesor de Historia de la Arquitectura primero en Venecia y después en Roma, publica en los cincuenta Hacia una arquitectura orgánica, Historia de la arquitectura moderna y Saber ver la arquitectura, antes de fundar, en 1955, la revista L’Architettura: Cronache e Storia, actividades que compagina con la práctica profesional al frente del estudio que construye el pabellón italiano de la exposición de Montreal en 1967. Antes de morir en Roma, este sagaz crítico pudo ver publicada su monumental monografía sobre Erich Mendelsohn, otro judío errante con el que compartía la pasión por las formas fluidas.


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