Aun la más breve aproximación analítica a la actual arquitectura argentina requiere de una indispensable referencia a su genética moderna, ya que buena parte de su formulación conceptual y desarrollo técnico encuentra allí su origen. Mezcla de influencias diversas sabiamente integradas, nuestra Arquitectura Moderna generó un definido escenario que se extendió desde 1925 hasta 1960, alcanzando su apogeo durante la década de 1930. Tan importante cualitativa como cuantitativamente, esta experiencia tuvo su centro indiscutible en Buenos Aires —cuya transformación urbana en metrópolis internacional devino bajo su auspicio— y en núcleos destacados de las principales ciudades del país (Rosario, Córdoba, Mendoza, San Miguel de Tucumán y La Plata). Su eclecticismo estético fue un reflejo natural de nuestro mismo aluvión inmigratorio, y los movimientos más frecuentados fueron el Expresionismo y Funcionalismo alemanes, el Estilo Náutico francés y el Art Decó neoyorquino, todos ellos servidos por un sólido andamiaje académico de linaje Beaux Arts...
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