Brasil, las ideas en el laberinto
Al llegar casi al final de la primera década del siglo, el balance político, social, económico y cultural de Brasil resulta positivo, a pesar de las múltiples contradicciones existentes. Desde su elección en 2003, el presidente Lula dominó el panorama político con las fervorosas banderas del socialismo izadas por el Partido de los Trabajadores (PT), logrando una equilibrada estabilidad del país —en parte capeando la crisis económica mundial— que no alcanzaron sus correligionarios: Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador. Quizás el precio haya sido alto, al establecer acuerdos con la reacción conservadora o engullir la corrupción de militantes de su propio partido. La esencia contradictoria, compleja y laberíntica de la historia de Brasil dificulta su comprensión y la asimilación de los violentos contrastes actuales, factores que atraen el interés mundial. Resultan antitéticos el enriquecimiento cada vez mayor de los magnates financieros y bancarios, de los actores de la agroindustria de la soja y de los políticos venales; con los proyectos de salud y educación popular, las mejoras infraestructurales de las favelas y la distribución de la ‘bolsa-familia’, ayuda económica básica destinada a once millones de pobres para paliar, con el programa ‘fome zero’, la tradicional hambruna de la población nordestina...
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