Las dos iglesias cristianas mayoritarias en Alemania —la protestante y la católica— no dejan de perder fieles. No sólo por el creciente laicismo, sino también por la propia evolución demográfica, ya que la cantidad de bautizos es menor que la de fallecimientos. Un número declinante de fieles no significa, sin embargo, que el destino de los edificios sagrados sea necesariamente la desacralización, el cambio de uso o la demolición, pues el desequilibrio del propio desarrollo demográfico compensa este efecto: mientras que la población de determinadas zonas rurales disminuye, otros centros urbanos crecen a un ritmo fuerte o muy fuerte, y allí donde se construyen nuevos barrios surge la necesidad de edificios para el culto. Del mismo modo, acompañando a los nuevos proyectos, se producen otras obras de distinta índole, como las remodelaciones y las sustituciones. Junto a todo ello, resulta evidente un cambio respecto al propio sentimiento religioso, traducido en un proceso de alejamiento de las formas tradicionales de culto...