«Más que reconstruir las ciudades, los planificadores las están saqueando»: esta era la conclusión de The Death and Life of Great American Cities, un libro publicado en 1961 por Jane Jacobs, por entonces una divulgadora cultural casada con un arquitecto, que en sus artículos para diarios neoyorquinos había hecho de la defensa de la ciudad una verdadera cruzada. Lo que proponía Jacobs contra Robert Moses y los ingenieros sociales afines a la tabla rasa, era la conservación de aquello que hace que las ciudades merezcan la pena: la variedad, la densidad y la autoorganización. Hoy las ideas de Jacobs han triunfado —de hecho casi convertidas en dogma— y asociaciones como la Municipal Art Society of New York se disponen a conmemorar el centenario de la activista fallecida en 2006.