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Koons y el arte

Exposición en el Whitney

30/09/2014


El camino hacia la disolución, hacia el suicidio del arte, comenzó acaso en 1917, cuando Duchamp firmó su Urinario bajo el seudónimo R. Mutt. Continuó, ya sin buena parte del talento y la sofisticación intelectual de Duchamp, con la lata de sopa Campbell de Warhol. Y prosigue hoy con el maestro de una nueva generación de artistas aún más rompedores y, claro está, más ricos: Jeff Koons. Amado por los mercados —su obra Balloon Dog (Orange) acaba de subastarse por 58 millones de dólares, la mayor cifra para un artista vivo—, Koons tiene también el refrendo de instituciones culturales como el Museo Whitney, que actualmente le dedica una gran retrospectiva —ni Pollok, ni Rothko, ni siquiera Warhol consiguieron que el museo les consagrara todas sus salas—, que será la última que presentará el Whitney en el edificio de Marcel Breuer antes de trasladarse en 2015 a la nueva sede proyectada por Renzo Piano.

Compleja tanto por el extenuante perfeccionismo del artista como por los millonarios seguros, ‘Jeff Koons: a restrospective’ agavilla 150 obras organizadas en un impecable orden cronológico, que va desde las esculturas tornasoladas de perritos hinchables hasta las grandes pilas de pseudoplastilina, pasando por la célebre Mujer en la bañera o la no menos célebre serie Made in Heaven, la película porno que protagonizó con Cicciolina. La exposición podrá verse en Nueva York hasta el 19 octubre, antes de que recale en París y Bilbao.


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