El 5 de diciembre, diez días antes de cumplir 105 años, y seis meses después del fallecimiento de su hija octogenaria, ha muerto en Río de Janeiro Oscar Niemeyer. Con una obra sensual que conjuga la racionalidad de las formas puras y la plasticidad de la curva, el maestro fue autor de iconos tan célebres como la Catedral Metropolitana y el Congreso Nacional en Brasilia, la Casa das Canoas en Río de Janeiro o el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói. Nacido en 1907 en Río, Niemeyer comenzó su carrera en el estudio de Lucio Costa, estableciendo con él una intensa relación profesional que culminó con la construcción de la nueva capital Brasilia, inaugurada en 1960. Al comienzo de la dictadura militar, en 1964, sus convicciones políticas le llevaron a exiliarse en París, donde siguió trabajando, protegido por el Partido Comunista Francés, hasta su regreso en la década de 1980. Con una trayectoria profesional de setenta años, su obra ha sido reconocida con el Premio Pritzker en 1988, el Premio Príncipe de Asturias en 1989 o el León de Oro de la Bienal de Venecia en 1996. Siempre activo, Niemeyer supo mantener hasta el final los vínculos entre la sensualidad y el compromiso.