Tras la tensa espera que siguió a la tercera y última vuelta de votaciones de los miembros del Comité Olímpico Internacional, y tras eliminar dos de las cuatro ciudades candidatas a ser la sede de los Juegos Olímpicos de 2016 —Chicago y Tokio—, la capital que pronunció el presidente del COI desde Copenhague no fue Madrid, sino Río de Janeiro. La decepción de los políticos españoles que se habían desplazado hasta Dinamarca para apoyar la candidatura de Madrid era palpable, pero la alegría del bando brasileño también: por vez primera en la historia se celebrarán unos Juegos Olímpicos en América Latina.

Con más de seis millones de habitantes, Río de Janeiro ha empezado ya a trabajar para construir las instalaciones necesarias para los Juegos, como el Parque y la Villa Olímpica situados en Barra de Tijuca, mejorar un débil sistema de transporte, doblar las plazas hoteleras y actuar para reducir las favelas y los índices de delincuencia.