En el extremo sur del Tiergarten, la nueva delegación de los países escandinavos se oculta tras un muro ondulante inscrito en el perímetro de la manzana que ocupa. Esta pantalla fabricada con lamas de cobre alude a través de su pátina verde y su traza curvilínea a la arquitectura orgánica con la que Escandinavia ha puesto de manifiesto su estrecha relación con la naturaleza, unificando en un esquema de conjunto las personalidades diferenciadas de los cinco países representados.

Un total de seis edificios se esconde tras este biombo urbano, siguiendo una distribución que corresponde a grandes rasgos con la situación geográfica de cada uno de ellos. Pero si el exterior insiste en la unidad, los alzados que definen los pasajes que cruzan la manzana hacen explícitas las diferencias entre las identidades de cada nación. Una marquesina de lona acoge la entrada al patio, junto a la que se levanta la Felleshus, el pabellón de bandas alternas de madera y vidrio translúcido que concentra los servicios públicos de todas las embajadas, entre otros las salas de conferencias y las oficinas de visados. A continuación, un prisma de vidrio alberga la sede finlandesa protegido por una segunda piel de contraventanas de madera que evoca el carácter rústico de su arquitectura vernácula. La representación sueca recurre a un revestimiento de piedra de tono claro y oscuro para subrayar su volumetría, mientras las dependencias noruegas aluden a la naturaleza glaciar de la península escandinava con dos frentes de lamas de vidrio translúcido y un testero de granito que sugiere la verticalidad rocosa que flanquea los fiordos. Sobre la parcela de menor tamaño, el edificio dedicado a Islandia antepone un prisma de piedra rosácea al plano de paneles estriados de hormigón que recrea la chapa ondulada utilizada en la mayoría de las construcciones de la isla. Por último, la delegación danesa remata con un cerramiento reticulado de chapa perforada este collage cultural hecho de afinidades, diferencias y consenso…[+]