Este edificio de viviendas alcanza 124 metros de altura, redefiniendo el horizonte de Curitiba, la capital del estado brasileño de Paraná. Su fachada portante permite liberar los espacios interiores de las restricciones estructurales y la reversibilidad de las distribuciones. Respondiendo a la normativa local, la construcción presenta cortes en las caras norte y este. La retícula estructural se interrumpe para albergar espacios colectivos dedicados al deporte y al bienestar. Adaptada a la topografía irregular, la base de la torre establece una doble interacción: una conexión directa con la ciudad a nivel del suelo y la recreación de un espacio repleto de densa vegetación autóctona.