Fruto de un concurso internacional de seis meses de duración, en el que participaron destacados despachos de arquitectura, el proyecto fue el elegido para convertirse en el primer edificio de oficinas en Park Avenue en 50 años. La nueva torre, situada en el número 425 de una de las calles más famosas de la ciudad de Nueva York, al lado de iconos modernos de Mies van der Rohe, Eero Saarinen y Philip Johnson, se concibe como un edificio excepcional, contemporáneo a la vez que intemporal, y respetuoso con su contexto.

La forma de la torre es la expresión pura de su función. El edificio se divide verticalmente en tres volúmenes diferentes: un basamento de siete plantas, respondiendo a la escala de la avenida; un cuerpo central retranqueado; y un esbelto cuerpo de oficinas en la parte superior. Estas proporciones son el resultado de un análisis detallado a través de infografías de las vistas de Central Park desde el solar, con el objeto de encontrar la distribución idónea de superficies y así lograr una composición equilibrada. El primer retranqueo —característica distintiva de los rascacielos en Nueva York— corresponde con la altura de los edificios vecinos. El segundo retranqueo desarrolla este concepto, física y simbólicamente, estableciendo una relación con los niveles superiores del resto de los edificios de oficinas de la ciudad. Para optimizar la fachada principal de Park Avenue, el núcleo se coloca en la parte trasera, donde las escaleras acristaladas componen el alzado este y ofrecen vistas hacia el río Este. La torre expresa la geometría de la estructura, así los tres muros estructurales sobresalen del cuerpo superior y configuran una elegante coronación.

En la intersección de cada uno de los volúmenes se proyectan unas impresionantes terrazas ajardinadas que ofrecen vistas panorámicas de la ciudad y Central Park. En el corazón de Manhattan, donde las áreas abiertas son tan preciadas, estos espacios de 12,8 metros de altura —equipados con bares, cafeterías y salas de reuniones— funcionan como plazas urbanas en una ciudad vertical al mismo tiempo que ofrecen un magnífico escenario para celebrar eventos. Una retícula horizontal de lamas delimita los jardines en altura y un discreto cerramiento de vidrio los protege del viento. Los espacios ortogonales en planta se resuelven en sección por medio de la exposición directa de la estructura, barras diagonales inclinadas que limitan estos recintos y enfatizan su gran escala. La entrada se produce a través de un espectacular atrio de triple altura y una gran plaza pública, donde se exponen grandes obras de arte.