El proyecto neoyorquino de Prada consiste básicamente en la transformación interior de un antiguo espacio del Guggenheim en el SoHo. El principal elemento de experimentación es una gran ola en el suelo, que desciende llevando a los visitantes hasta el sótano, y vuelve a subir recuperando la cota de la planta baja. En un lado, la pendiente tiene escalones, que se utilizan para la exposición de artículos y también como grada frente a un escenario que se despliega en el otro lado, permitiendo la proyección de películas, presentaciones y conferencias. La pared norte de la tienda, entre las entradas de las calles Broadway y Mercer, ofrece una superficie continua para un mural gigante, y los muros existentes de ladrillo están cubiertos de policarbonato traslúcido. Tecnología experimental, nuevos métodos de visualización y materiales innovadores buscan enriquecer y trascender la experiencia de compra: un botón que convierte en opacas las puertas de cristal de los vestuarios; pantallas con proyecciones de vídeo que permiten ver la ropa desde varios ángulos; un ascensor de cristal circular que sirve también como área de exposición para los accesorios; o grandes jaulas metálicas móviles suspendidas del techo como una ‘ciudad colgante’ para exhibir diferentes artículos.