Polideportivo, Manzaneda
Alfonso Penela 

Polideportivo, Manzaneda

Alfonso Penela 


La estación invernal de Manzaneda —prácti-camente la única del noroeste peninsular— se instaló hace treinta años en un entorno natural de gran belleza, en parte degradado por el gran número de visitantes que cada temporada se acercan hasta allí para practicar el esquí. Como complemento de las actividades al aire libre se ha construido un pabellón deportivo sobre una parcela rodeada de viales y tangente a la carretera lineal que estructura el conjunto de las instalaciones invernales, la cual conservaba aún intacto un pedazo de la naturaleza característica de la región. Un objetivo fundamental del proyecto era evitar el deterioro del paisaje, y para cumplirlo se tomaron como punto de partida sus rasgos más característicos: el bosque de abetos, la topografía intacta y un arroyo que en primavera canaliza las aguas del deshielo.

Las exigencias modestas del pabellón —que no requería graderío ni ninguna otra de las prestaciones necesarias en el deporte de alta competición—permitieron dividir el programa en dos volúmenes prismáticos y tangentes que apuestan por la compacidad volumétrica para hacer frente a las duras condiciones climáticas. La nueva edificación busca así un lugar en el claro del bosque, enterrándose parcialmente en la ladera y articulando los dos volúmenes en L para abrirse al riachuelo que cruza la parcela. El cuerpo de mayor tamaño alberga la cancha propiamente dicha, mientras el volumen complementario agrupa los aseos, los vestuarios, un almacén y la sala de aparatos de musculación. Como una bisagra en la línea de tangencia entre un cuerpo y otro se inserta el acceso.

Situado junto a un bosque no invadido por las instalaciones de esquí del pueblo, el polideportivo se integra en su entorno al evocar, con los elementos inclinados de la fachada, el orden aleatorio de los troncos de los árboles.

Pero es el sistema constructivo elegido el que de verdad consigue la integración del pabellón en su entorno, con una piel exterior que acusa la proximidad de los árboles en la presencia repetitiva de los elementos verticales de su estructura. De esta manera, el ritmo constante de los pilares —especialmente próximos, pues la sobrecarga de nieve obligó a duplicar el número de cerchas de la cubierta— se intercala con el más aleatorio de la estructura secundaria de la fachada, que rompe el orden primario con la inclinación de sus elementos verticales y la variación de las distancias entre ellos, en un desorden que mimetiza el de los troncos de los árboles. Una chapa de aluminio lisa que se desdibuja en reflejos con lo que tiene alrededor consigue esconder lo construido entre la niebla y la nieve. Un trasdosado de tablero de virutas orientadas proporciona al interior la envolvente cálida al tacto que buscan los que prefieren la práctica deportiva a cubierto del frío y de los elementos.

La piel de aluminio desdibuja en reflejos el volumen del edificio, mimetizándolo con la niebla y la nieve; para compensar la frialdad de la envolvente, el interior se trasdosa con tablero de virutas orientadas.


Cliente Client

Xunta de Galicia, Secretaría General para el Deporte

Arquitecto Architect

Alfonso Penela Fernández 

Colaboradores Collaborators 

Javier Vázquez (arquitecto architect); Ramón González, Antonio Sánchez (aparejadores quantity surveyors

Contratista Contractor

Elsan; Cometal Laro(estructura metálica steel structure

Fotos Photos

Manuel González Vicente