En el puerto de la Savina, la entrada principal a la isla balear de Formentera, se sitúa un estanque de agua salada que forma parte de un parque natural, donde fondean pequeñas embarcaciones de pesca y ahora se encuentra la escuela de vela municipal, junto a otras instalaciones relacionadas con los deportes náuticos. Obra del estudio formenterano de Marià Castelló, la intervención con una superficie total de 345 metros cuadrados está fragmentada en dos volúmenes: uno destinado a aulas y oficinas alineado con la calle de s'Almadrava, y otro con el taller y los vestuarios que mira al pasaje de Balandra. En la intersección entre ambas vías el edificio se abre con un vacío, que actúa como acceso principal del equipamiento, con una estructura oblicua que ofrece sombra. Los cuerpos opacos se despliegan en su vertiente meridional con una amplia tarima sobre una cimentación mínima, prefabricada y reversible, que une los dos contenedores del programa y se adentra unos metros hacia el estanque a modo de un pantalán sustentado por pilotes.

Para la construcción realizada en seco se emplean fundamentalmente materiales naturales, como la madera, evitando el PVC y otros materiales sintéticos potencialmente nocivos. De esta manera, los cerramientos son higroscópicos y permeables al vapor de agua, favoreciendo la eficiencia energética y un ambiente interior saludable.