La historia de Katowice, en Polonia, está muy ligada a la industria pesada y a la minería. Estas actividades han dejado tras de sí una estela de paisajes artificiales, complejos industriales y edificios característicos que están anclados en el imaginario colectivo como un signo identitario de la ciudad. El nuevo Museo Silesiano reutiliza las instalaciones de una antigua mina, localizada al borde del casco urbano. La intervención, prácticamente imperceptible desde el exterior, entierra el grueso del programa en un homenaje velado a la anterior función del conjunto. Tan sólo una serie de paralelepípedos vítreos, que sirven para iluminar las plantas inferiores, son visibles desde fuera, y se integran armónicamente con las estructuras históricas preexistentes. Una amplia red de caminos, plazas, zonas verdes y áreas recreativas públicas conecta el programa, que se ve completado por la rehabilitación de una torre preexistente y su reconversión en un mirador desde el que se puede admirar toda la ciudad de Katowice.