Museo de Arte Kimbell, Fort Worth
Louis Kahn 

Museo de Arte Kimbell, Fort Worth

Louis Kahn 


A mediados de los sesenta, el estudio de Kahn estaba enfrascado en numerosos proyectos a muy diversos niveles de realización. En 1966, cuando recibió el encargo del Museo Kimbell, acababan de finalizarse los Laboratorios Richards, el Instituto Salk y la residencia de Bryn Mawr, y estaban en pleno proceso de diseño y construcción la Iglesia Unitaria, el teatro de Fort Wayne, el Instituto Indio de Administración, el Capitolio de Dhaka y la Biblioteca de Exeter, aparte de otros proyectos que no llegaron a construirse. Era, pues, un momento de especial fertilidad creativa en el que se produjo una rica transferencia de soluciones y recursos formales de unos proyectos a otros, y que explica el grado de depuración conseguido en la considerada por muchos críticos como la obra maestra de Kahn.

El encargo, a través de la Fundación de Arte Kimbell, fue producto de la voluntad de Kay Kimbell, un empresario y coleccionista tejano, muerto en 1964, que había decidido legar a la ciudad de Fort Worth un edificio para albergar su colección de arte. El emplazamiento elegido era una parcela de algo menos de cuatro hectáreas situada en un extenso parque cívico, en compañía de otras instituciones culturales, entre ellas el Museo Amón Carter, obra de Philip Johnson. Uno de los condicionantes del programa era que el museo debía ser un edificio de poca altura, para no robarle la magnífica vista al de Johnson, situado sobre una elevación frente al solar. Otro de los criterios iniciales expresados por el director del futuro museo, Richard F. Brown, y en el que estaba plenamente de acuerdo el propio Kahn, era que las salas de exposición debían estar iluminadas con luz natural.

La propuesta elaborada por Kahn —que atravesó tres etapas principales antes de llegar a la solución definitiva— se basa en la repetición de un cuerpo longitudinal cubierto por una falsa bóveda de canon, hendida longitudinalmente en su cúspide por una grieta que deja entrar la luz para que se refleje en un difusor y resbale por las superficies curvas. Dos estanques y un entramado de arbolillos situados ante el pórtico de entrada constituyen el entorno paisajístico del museo. Como era habitual en Kahn, una vez iniciado el proceso de construcción, siguió incorporando a la obra las modificaciones que le sugerían los clientes o su propia inspiración.

El resultado final muestra un raro equilibrio entre el carácter público de la obra y la intimidad y serenidad de sus espacios interiores, entre las referencias a la arquitectura intemporal y la elegancia de las soluciones constructivas, expresadas con la desnudez del lenguaje moderno…[+]


Fotos:
Grant Mudford.