La antigua central eléctrica de Malmö, localidad meridional de Suecia, se ha reconvertido en un nuevo museo de arte de definido por su marcado un carácter informal y experimental como complemento al Museo Moderno de Estocolmo.

El mayor desafío que planteó el proyecto (además del exigente plazo de dieciocho meses desde el primer boceto hasta la inauguración) fue la necesidad de adaptar el edificio de ladrillo existente a los requisitos climáticos y de seguridad de los espacios de exposición actuales. Pronto quedó claro que la intervención requería la construcción de un edificio dentro de otro, una adición contemporánea dentro del armazón industrial preexistente. Desde el exterior, la ampliación proporciona un nuevo acceso al conjunto y espacios de recepción, así como una cafetería y una nueva galería superior. La piel del nuevo volumen, chapa perforada lacada en naranja, resuena con la fábrica de ladrillo de la central. Reconstruido parcialmente, el interior se organiza en torno a dos escaleras que permiten al visitante moverse en bucle por el interior del museo y que dividen la sala de turbinas, de once metros de altura, en tres estancias: un gran espacio expositivo, un estudio para niños y un muelle de carga, empleado en ocasiones también como galería...[+]