Literalmente trenzada con la naturaleza, Espoo exhibe la baja densidad edificatoria que caracteriza la mayoría de las ciudades finlandesas. Con la intención de definir el espacio urbano conservando la proporción característica de superficies verdes, la edificación en la calle Säterinkatu se concentra en los límites de la parcela para dejar en el centro un amplio espacio ajardinado. Huyendo de la configuración habitual en manzana cerrada, dos clientes distintos han construido sendos cuerpos de 25 y 35 viviendas respectivamente sobre la esquina suroeste. La continuidad formal entre ambas promociones se consigue mediante un sistema abierto que combina tres componentes básicos: la pantalla, un volumen lineal que define espacialmente el patio, el mástil, un cuerpo vertical que se adosa al anterior de forma rítmica por el lado de la calle y el chip, el elemento más pequeño que, en forma de balcones, marquesinas y miradores, completa el conjunto atendiendo a las condiciones de contorno.

La pantalla y el mástil se unen mediante un núcleo de escaleras que da acceso a cuatro o seis viviendas por planta, configurando así un bloque en T que permite la máxima exposición de las viviendas al sur. Los apartamentos de mayor tamaño se agrupan en la pantalla, mientras los de uno o dos dormitorios se integran en el mástil que, rematado con un dúplex, enfatiza su proporción vertical elevándose una planta por encima de la línea de cornisa. Esta unidad en T se repite tres veces, duplicada al sur de la parcela y de forma aislada hacia el oeste y serán precisamente el tercer orden de elementos propuestos —los chips— los que marquen las diferencias entre unos y otros. Así, el bloque del oeste parea los balcones centrales en un cuerpo que convierte en casi cúbicas las proporciones del mástil, mientras en el edificio situado al sur, los miradores se alinean lateralmente, transformando los mástiles de partida en cuerpos paralelos a la calle que contribuyen a definir un patio de entrada.

La definición constructiva apoya con el colorido la individualización de las piezas de partida. Los paneles de hormigón del cerramiento se dejaron blancos y lisos en los alzados de la pantalla y rojos y estriados en las fachadas del mástil. Sus superficies fueron en ambos casos tratadas al ácido para conseguir un acabado pulido que resalte los colores brillantes de las piezas. Para hacer frente a los rigores del clima, fue necesario trasdosar los paramentos opacos con 15 centímetros de aislante y dividir el acristalamiento en ventanas dobles, que dejan al interior los marcos y vidrios más gruesos y muestran al exterior las carpinterías más esbeltas... [+]