Situada en Lormont, en el área metropolitana de Burdeos, la finca señorial sobre la que se asienta el proyecto está constituida por un gran jardín con enormes árboles y el palacete de Bois Fleuri, una construcción del estilo de los pequeños châteaux que pueblan la campiña francesa. El proyecto promueve la renovación del recinto para transformar su uso en un hotel de cien camas que ofrezca un alojamiento diferente para el público joven. El gran atractivo del jardín suscitó la idea de dispersar las habitaciones por la superficie de éste, imitando la experiencia de dormir en pequeños refugios en el bosque. Para ello, se desarrolla un prototipo de célula habitacional que evoca una pequeña crisálida y ofrece una vivienda temporal con instalaciones mínimas y leve impacto sobre el entorno. Estas células se repiten por el parque, dispuestas según una estructura topográfica de formas orgánicas que rebaja la cota del jardín hasta un nuevo nivel de sótano adosado al caserío. El nivel soterrado sirve de comunicación entre la antigua construcción y las habitaciones, por lo que en él se instalan las zonas comunes para los usuarios del hotel. Las pequeñas células, translúcidas, dejan invadir su interior por el ambiente del parque durante el día, mientras que por la noche iluminan, cual luciérnagas, el paisaje nocturno de la arboleda.