Dentro de la zona de nuevo desarrollo del sudoeste de Santa Cruz de Tenerife caracterizada por las presencias cercanas de los límites que definen las montañas y la autopista, surge el nuevo Centro Insular de Atletismo de Tenerife. 

Un proyecto de entidad monumental que refleja el origen volcánico de la isla en la formalización de un cráter cuyas laderas se fijan gracias al peso de las ciclópeas rocas que las cubren, hasta configurar una imagen evocadora de un cono piroclástico.

Como respuesta a un programa que integra diversos usos, el edificio los recubre bajo un manto pétreo unificador, a la vez de reclamar su valor icónico por sus dimensiones, mientras minimiza su impacto en el entorno. 

El cráter proporciona al exterior una gran plataforma pública elevada de piedra basáltica desde la que se establece una relación visual con el océano Atlántico. En su interior se cobijan diferentes instalaciones que incluyen un centro de alto rendimiento, un gimnasio, una pista de calentamiento, vestuarios, salas de prensa, doce apartamentos, además de una sala de conferencias y proyección capaz de alojar a 200 personas.

La nueva topografía generada por los movimientos de tierras se aprovecha para situar las gradas como lejana reminiscencia de las arquitecturas clásicas, donde se difuminan los límites entre lo natural y lo artificial. Estos graderíos son capaces de acoger a 4.000 espectadores sentados, a los cuales cabría sumar otros 2.000 que pueden situarse en el talud que lo complementa. 

La mayor diferencia de cota con el terreno circundante —15 metros— se alcanza en la ladera sur, desnivel que se aprovecha para alojar la docena de apartamentos capaces de hospedar hasta 48 deportistas. Estos alojamientos se disponen en tres plantas comunicadas por juegos de rampas y escaleras, configurando la última con viviendas en dúplex. En el vacío abierto generado en el interior de la construcción se traza la pista de atletismo, cuyas ocho calles encierran el parterre que alberga los diferentes deportes olímpicos.

El hormigón se erige como protagonista indiscutible tanto del proceso constructivo como de la estructura, configurando una sucesión de pórticos que forman las gradas a la vez que soportan la cubierta acabada en chapa galvanizada. Este mismo material es empleado de manera postensada en el caso de las vigas, con lo que se logra reducir considerablemente su sección estructural. 

Una serie de patios en la cubierta permiten iluminar y ventilar de manera natural el centro de alto rendimiento aparte de introducir pequeñas zonas ajardinadas que sir-ven de colchón entre los diferentes usos.