A casi 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar, Vrin es el último pueblo del valle de Lumenzia, un enclave de habla romanche en el cantón de los Grisones en el que el tiempo parece haberse detenido. Con más de la mitad de sus 280 habitantes dedicados a tareas agrícolas y ganaderas, el pueblo es en la distancia un tapiz de construcciones menudas fieles a la agrupación tradicional de la vivienda y el establo. Ante la imposibilidad de realizar ciertas tareas en los establos situados dentro del centro de la localidad, se asignaron unos terrenos a las afueras del pueblo para la construcción de instalaciones comunitarias que completaran la infraestructura agropecuaria de la zona con cobertizos para el ganado de mayor tamaño.

Apostados en la ladera, dos pabellones gemelos dedicados a establos y un tercero utilizado como matadero flanquean el camino que sale del pueblo, formando un conjunto identificable pero que no resta protagonismo a la silueta dominante de la iglesia. De planta casi cuadrada, el matadero encabeza el grupo y pone a disposición de todos los ganaderos del pueblo un espacio donde sacrificar sus reses, además de una tienda donde comercializar sus productos situada en el nivel superior. Los dos edificios que lo acompañan aprovechan asimismo la pendiente para acceder de forma directa a sus dos niveles: el inferior dedicado al abrigo de vacas, ovejas y cabras —así como un local para la elaboración del queso— y el superior utilizado como almacén de paja y heno. Girando sus directrices para adaptarse a la topografía, los tres edificios inclinan su cubierta en paralelo a la pendiente del terreno. Desde lejos, sólo la chapa que sustituye a la pizarra como material de techado los identifica como construcciones de nueva planta.

Constructivamente, los edificios apuestan por la continuidad sin rupturas con la tradición. Su tamaño modesto hizo innecesario segregar la estructura del cerramiento. La madera —protagonista de la técnica local de los Strickbauten o «edificios tejidos»— se emplea en los establos y en la parte superior del matadero para formar un muro compuesto de una cara interior de tablero de virutas orientadas, y un plano exterior de tablones de madera colocados en horizontal, arriostrados por una capa intermedia de listones diagonales. Para cumplir los requisitos higiénicos impuestos por las autoridades sanitarias, el matadero es al interior de hormigón pulido, pero, insistiendo de nuevo en el uso de los materiales del lugar, su zócalo se reviste con un sillarejo de las piedras encontradas en las cercanías procedentes de obras y desmontes recientes...[+]