A cerca de tres mil metros de altura, en la ladera de la Montaña Nevada del Dragón de Jade, se sitúa la pequeña aldea de Yuhu, perteneciente a la minoría étnica Naxi y ubicada junto a Lijiang, lugar declarado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Los picos nevados de las montañas definen un horizonte de enorme dramatismo que, junto con la existencia de un agradable microclima de veranos frescos e inviernos suaves, hacen de este emplazamiento un lugar apropiado para la creación de una nueva escuela. El edificio se concibe como ejercicio académico efectuado por los estudiantes de la Universidad de Tsinghua, que parte de un análisis exhaustivo de las tradiciones, los materiales, las técnicas y los recursos locales. Su objetivo es la comprensión de la arquitectura vernácula de Lijiang a partir del estudio de sus características sociales, ambientales y constructivas.

El conjunto, que alberga ciento sesenta alumnos y un espacio cultural para los habitantes de la aldea, está formado por tres pequeños edificios con forma de zeta que giran alrededor de un viejo arce y que configuran dos patios al aire libre asociados a las aulas. Una escalera de planta cuadrada se inserta en el medio del patio comunitario a modo de elemento escultórico moderno. De su núcleo de hormigón armado, revestido de piedra caliza, emergen una especie de aletas metálicas en voladizo que soportan los peldaños de madera. Esta localización poco habitual de la escalera —que en la arquitectura vernácula Naxi suele encontrarse en una de las esquinas de la planta— permite aumentar el espacio destinado a las aulas. La piedra, ya sea la caliza sedimentaria de color blanco o los cantos rodados procedentes de la cuenca fluvial, constituye el material más profusamente utilizado en toda la construcción del conjunto. Todos los tratamientos decorativos típicos de la arquitectura tradicional —tejados curvos, remates de hastiales— se han reducido a la mínima expresión. Con el objetivo de hacer frente al más que probable riesgo de seísmo, la estructura, formada por pórticos de madera unidos mediante ensambladuras de mortaja y espiga, mantiene una independencia casi total de los muros de piedra, que, a pesar de su rotunda presencia, no reciben carga alguna. Aunque el hormigón se ha utilizado de manera radicalmente nueva en comparación con los morteros tradicionales, la madera y la piedra reciben un tratamiento netamente vernáculo, haciendo del edificio una yuxtaposición interesante de lo viejo y de lo nuevo, de la tradición constructiva local y de las posibilidades técnicas de los materiales modernos... [+]