En el antiguo reino del Ladakh, al noroeste del país, la población de Shey se extiende a 3.500 metros de altitud, y allí habita una de las pocas comunidades que aún sigue las creencias budistas tradicionales. La idea de crear una nueva y moderna escuela para los niños de las aldeas más alejadas se materializó en este conjunto para 850 alumnos de cuatro a dieciocho años, impulsado por la fundación británica Drukpa.

La compleja situación geográfica y cultural se refleja en el diseño, sencillo pero atento a las necesidades educativas de los alumnos que, por ejemplo, deben aprender hasta cuatro lenguas de distinto alfabeto —tibetano, hindú, urdu e inglés—, en un programa que sigue el método Montessori para los primeros años. El proyecto plantea una zona principal para las aulas y los espacios flexibles; a ella se añaden, para asegurar la asistencia escolar, edificios residenciales perpendiculares a un camino peatonal que conecta con el espacio central.

La voluntad de minimizar el impacto medioambiental impuso el empleo de materiales autóctonos: bloques de granito de una cantera cercana para los muros exteriores, ladrillos de adobe fabricados junto al lugar, o madera de álamo y sauce de la zona utilizadas como viguetas y entramado de la cubierta, respectivamente. Las vigas y pilares de abeto y los vidrios se trajeron de la vecina Cachemira. También se emplean elementos de la tradición local, como los aleros de madera en la cubierta revestida de tierra para mejorar su funcionamiento térmico. En el interior se utiliza la madera, tanto en suelos como en carpinterías —grandes ventanales que permiten la entrada de luz a las aulas—. Además de la orientación, las estrategias de aprovechamiento solar pasivo incluyen el funcionamiento de los cerramientos a Sur como muros Trombe y el uso de paneles solares térmicos para la calefacción y el agua caliente. El agua se ahorra por el uso de letrinas secas con ventilación forzada mediante chimeneas solares. Paneles fotovoltaicos proporcionan suficiente electricidad para toda la escuela gracias a la altitud del lugar y a la claridad de sus cielos.