Monterroso es una pequeña villa del interior de la provincia de Lugo famosa por la feria anual que se celebra desde hace más de quinientos años el día de Todos los Santos. El municipio forma parte de la comarca de A Ulloa y cuenta con veintinueve parroquias civiles y 108 núcleos urbanos. Como es habitual en estos casos, el centro de salud da servicio a un área mayor que el propio pueblo, por lo que la parada de autobuses adquiere una importancia significativa en el proyecto. Una pequeña zona verde conecta el citado apeadero, ubicado en el extremo noroeste de la manzana, con el centro de salud, al que se accede a través de un área pavimentada en la esquina suroeste.

El edificio se hunde ligeramente favoreciendo no solo el soleamiento de la calle superior, sino también su lectura como tapia, más acorde en cuestión de escala con el entorno rural en que nos encontramos. A partir de un paralelepípedo compacto, horadado por cuatro patios, se elevan dos volúmenes aislados que dibujan un perfil quebrado.

La planta inferior, totalmente enterrada, contiene las áreas de mujer, fisioterapia, odontología e instalaciones, iluminadas y ventiladas por patios ingleses para favorecer la intimidad. En la planta de acceso se encuentran las salas de pediatría, las consultas generales y la recepción con los servicios auxiliares. Dos espacios independientes emergen en la planta superior; el área privada de médicos, con un vacío a doble altura sobre el acceso principal, y un lucernario que, con los entrantes en el alzado oeste, animan la zona de espera.

La posición semienterrada del edificio acentúa el protagonismo de la cubierta que se reviste en continuidad con la fachada mediante una piel de pizarra. El despiece de los alzados se produce en bandas horizontales de diferente altura fragmentadas de forma discontinua en la dirección vertical. Cada una de las piezas se apoya sobre una subestructura de aluminio y se sostiene mediante patillas metálicas. 

La solución de cubierta consiste en un sistema invertido, con el aislamiento sobre el impermeabilizante, y una retícula de plots regulables sobre los que descansan losas de tres centímetros de espesor. En lugares estratégicos como accesos, patios y huecos principales, la piedra se sustituye por paneles de acero galvanizado con diferentes matices de color, brillo y textura según su posición. El revestimiento de los paramentos exteriores contrasta con los cálidos acabados en el interior, con paredes forradas en roble, pavimentos pulidos y techos blancos que favorecen la difusión de la luz.