En contraste con las construcciones bajas más tradicionales del lujoso distrito de Omotesando, en Tokio, los edificios contemporáneos que se han desarrollado más recientemente en la zona son cajas minimalistas que destacan, además de por tener mayor altura, por sus finas y elegantes fachadas. Muchos de ellos funcionan como tiendas insignia de grandes marcas de moda y focalizan su atención en la imagen y los materiales. Como reacción a este contexto, este centro comercial de mediano tamaño propone abrirse hacia la calle y toma como eje de su diseño el movimiento vertical de los visitantes, anteponiendo la dimensión pública a su imagen.

El edificio integra varias vías de comunicación conectadas con la calle y totalmente abiertas al público que serpentean a su alrededor. El volumen se forma como una superposición de pisos que van girando sobre un atrio central, creando terrazas apiladas en las dos fachadas laterales. Cada uno de estos frentes aterrazados se conectan verticalmente por medio de ascensores y escaleras mecánicas, creando dos rutas paralelas. En cada planta, un recorrido interior las conecta a través de las tiendas. Así, el centro comercial funciona como un condensador de la vida pública, enriqueciendo su actividad y ofreciendo una visión totalmente diferente sobre el entorno.