Los balnearios construidos alrededor de Lima, a cuya segunda generación pertenece San Bartolo, han evolucionado con los años hasta convertirse en poblaciones por derecho propio. Además de ofrecer apartamentos, la intervención busca atender las necesidades de los residentes permanentes que los balnearios son incapaces de satisfacer como un colmado, restaurantes o instalaciones para surfistas, así como servicios específicos para los vecinos del complejo como piscinas, sauna y gimnasio. Implantado en una parcela estrecha perpendicular al mar, el proyecto se organiza en torno a un jardín central que se adapta a la topografía del terreno hasta el cortado con vistas al océano, donde se ubican los usos más lúdicos. El conjunto está compuesto por siete edificios separados por accesos y escaleras abiertas y divididos en tres partes: el zócalo aloja apartamentos de una planta, el cuerpo intermedio viviendas dúplex y la coronación tríplex con cubierta ajardinada. Para proteger su intimidad y favorecer las vistas al mar, los apartamentos se disponen en diagonal respecto al eje del volumen. Construida con muros hormigón, la malla tridimensional de la fachada —de geometrías cuadrangulares, romboidales y reticulares—, enlaza con el imaginario del lugar evocando las redes de los pescadores que trabajan en las caletas del litoral…[+]