Inserto en el claro de un bosque seco, un ecosistema característico del norte del país, este aulario está destinado a la formación de personas sin recursos económicos. Como punto de partida, el proyecto tenía como objetivo crear una atmósfera del aprendizaje privilegiando los encuentros informales y estimulando el estudio y el intercambio de conocimientos fuera de las aulas. Otro factor crucial para el diseño final del complejo fue el clima de Piura: soleado, caluroso y seco durante todo el año, con ligeras brisas provenientes del sur. Como resultado, los nuevos espacios propuestos cobijan la vida estudiantil de la misma manera en que la ciudad compacta se protege de la inmensidad del desierto. Desde fuera, el edificio presenta la geometría aparentemente unitaria de un volumen rotundo de 70x70 metros construido con hormigón armado. Mientras que hacia el interior se fragmenta en once pabellones separados por generosos patios que, además de favorecer el encuentro y circulación de los alumnos, aseguran una correcta ventilación e iluminación. La composición de las fachadas del campus está determinada en función de la orientación: a norte y sur se protegen con parasoles verticales, mientras que aquellas expuestas al levante y poniente tropicales presentan una celosía prefabricada que filtra la luz solar…[+][+]