Ubicado en un pequeño pueblo de la comarca jiennense de La Campiña, el proyecto surge en un vacío urbano caótico configurado por ruinas y por el paso del tiempo. Se plantea un proyecto que sepa reconciliar todas las preexistencias con una nueva arquitectura. Para ello se opta por tres conceptos: geometría, sobriedad y diálogo.

La propuesta parte de la idea de que intervenir en la ciudad histórica implica insertar un nuevo orden que permita leer todas las preexistencias de forma lógica. La parcela tiene todos los condicionantes propios del ámbito de un pueblo que desciende demográficamente, pero que no deja de ser uno de los municipios más antiguos de Andalucía.

Una importante casa solariega, demolida en los años 1950, dejó un importante vacío urbano. Esta casa era heredera de estructuras medievales adosadas a la muralla y a su vez inserta en la arquitectura de la ciudad romana de Obulco. En esta trama compleja de ciudad —y casi como de una imagen onírica de Giorgio de Chirico—, se proyecta una arquitectura limpia, despojada, esencial, con amplios deambulatorios como lugares de encuentro, y grandes salas diáfanas que den cabida al programa. El proyecto debe asumir la preexistencia de unas salas y dar un orden a todo.

La intervención prevé la construcción de un edificio que recupere la volumetría del original, pero utilizando unos materiales y unas texturas neutras. En definitiva, una maqueta a escala 1:1. La tensión del proyecto se encuentra en el contacto entre las preexistencias y la nueva edificación. Las arquitecturas de autoconstrucción adosadas evidencian el contraste que existe entre las texturas rugosas y el ruido de una ciudad consolidada por el peso de la historia frente a la sobriedad y el silencio de la nueva arquitectura.

El programa completo del centro incluía grandes aulas para las diversas actividades educativas, así como ámbitos considerables para el esparcimiento. Por otra parte, había que dotarlo de una cocina y un comedor para actividades sociales, una vivienda, salón de actos y capilla. La fase ya ejecutada de la intervención corresponde a los espacios destinados a la docencia y a los vinculados con el carácter social del proyecto.

Para ejecutar este programa se asume una estructura histórica, la bóveda de rincón de claustro. El proyecto opta por insertar una importante geometría, un trazado ordenador que permita en todo momento aportar equilibro a este gran espacio plagado de un notable patrimonio histórico frente a las traseras y medianeras desordenadas.