Entre las naves del centro de producción que la empresa BMW acaba de inaugurar en la ciudad alemana de Leipzig, se alza como buque insignia el edificio central. Un gran volumen zigzagueante, que extiende sus tentáculos para conectarse a las tres naves colindantes, y se eleva veinte metros de altura, apareciendo como un hito visible desde la autopista. Este edificio, que sirve como acceso emblemático al complejo, se concibe como un nodo dinámico donde se cruzan los flujos de los trabajadores y de los visitantes; incluso la propia línea de producción también lo atraviesa. En su interior se pretende desarrollar un nuevo concepto de oficina que siente las bases de los espacios de trabajo futuros mediante el diseño de espacios transparentes y conectados.

La primera estrategia organizativa consiste en la disposición de dos secuencias de plataformas, a modo de escaleras gigantes, que ascienden en direcciones contrarias desde la planta baja hasta la primera. Cada una posee el tamaño suficiente como para permitir una ocupación flexible, al tiempo que se potencia la comunicación visual y la articulación entre los distintos departamentos. Entre ellas se deja un gran vacío en el que flotan dos cintas transportadoras con coches semiacabados.

La actitud de entender los condicionantes del proyecto como una oportunidad para crear espacios singulares, continúa en el diseño del aparcamiento donde se teje un paisaje que juega con el movimiento y el brillo de los vehículos e integra elementos naturales como agua, cañas, álamos y una trama de árboles frutales que se extiende entre las fábricas.

Los criterios de sostenibilidad que rigen el proyecto se manifiestan en la superestructura, que busca la fácil construcción a través del uso de materiales y técnicas habituales. El esqueleto del edificio se compone de elementos prefabricados de hormigón armado y núcleos de hormigón in situ que ayudan a arriostrar el conjunto. Sólo la cubierta presenta aluminio soportado por un entramado de tubos de acero.

En el concurso celebrado en 2001 también se incluía el diseño del paisaje circundante y de un pequeño pabellón que sirviera como showroom, taller y servicios comerciales. El proyecto para este edificio nace de la misma concepción de dinamismo que el centro de producción y el trazado del aparcamiento. Dos brazos surgidos del suelo se entrelazan y avanzan en direcciones opuestas, apareciendo como resultado conceptual de un levantamiento espontáneo del terreno. El pabellón se sitúa a la entrada del complejo y actúa como protagonista de la bienvenida a los visitantes. Sus líneas curvas y sus proporciones asaetadas invitan a dirigirse hacia el edificio principal, como si se tratara de un signo indicador. Cada uno de los brazos del pequeño pabellón tiene unas características diferenciadas en lo que a programa y materialidad se refiere. El brazo más expuesto al paso del público es transparente en toda su longitud y está dedicado a la exposición de los modelos más actuales de la marca. El brazo trasero, apoyado sobre un gran muro de hormigón y recubierto de una tersa fachada de asfalto pulido contiene las zonas de trabajo, los almacenes y las oficinas de los empleados del showroom. BMW se apunta con estos proyectos a la excelencia arquitectónica de sus instalaciones como vía de comunicación de la marca... [+]