Las terrazas circulares de Moray conforman el laboratorio agrícola Inca más importante conocido hasta la fecha. Ganadora de un concurso internacional, la propuesta concentra la investigación en la gestión de los recursos hídricos estudiando las infraestructuras ancestrales de retención de agua con las que se construyó el paisaje andino. El edificio se concibe como una infraestructura habitable que combina diversas técnicas tradicionales para alcanzar la autonomía del centro durante todo el año, pudiendo generar un excedente que se comparte con las comunidades vecinas en la temporada seca. Para crear un medio habitable a 3.800 metros de altitud, se adoptaron las estrategias que los Incas empleaban en sus intervenciones en el territorio, basadas en la economía de medios y la inteligencia en el uso de los recursos. Así, el conjunto se organiza en una planta longitudinal dispuesta a lo largo de la cumbrera de la colina, aprovechando la topografía existente y la orientación, en una precisa combinación de excavación y relleno para iluminar los interiores y crear patios protegidos del viento. Las cubiertas planas, en continuidad del suelo natural, recogen el agua que luego es almacenada en un depósito circular (qocha) dispuesto en el centro del área pública. Para terminar, los muros se revisten con piedra andesita roja local...[+]