Las vueltas que da la vida. Cómo saber que en la pequeña casa de madera que hubo que demoler para construir otra de hormigón junto a la laguna, vivió el abuelo de quien más tarde, precisamente por esa casa y justo al otro lado de esa laguna, decidiera construir su nueva casa. Tal como en aquella, aquí también la planta se concentra para liberar un suelo accidentado. Pero ya no habría esquinas ni patio. El riesgo se compensa con su altura: el formato es ahora una torre engastada en el cerro que se ensancha en el fuste, con una planta abierta, una rotonda dividida por muros diagonales que amarran sus esquinas interiores. Rotada como está, la cruz central traslada al suelo natural los esfuerzos de la cruz en voladizo. A cada lado de esos muros hay una escalera en espiral; una sube a una habitación con cuatro terrazas, la otra, siempre a la sombra, lleva a directamente a la laguna.