Una pequeña cornisa colgada sobre el Mediterráneo es el excepcional emplazamiento de esta casa de vacaciones construida para un industrial con una importante colección de arte del siglo XX. Dos paisajes; el alto horizonte del mar por fuera, pintura y escultura por dentro: la casa se vuelve una construcción para la luz.

La arquitectura de Yago Bonet tiene su mejor momento en la serie de casas desperdigadas por el campo y la costa, muy influida por la Tendenza más purista, debido a la proximidad de Yago Bonet a la figura de Rossi, y también deudora de la plástica de la escenografía, de los decorados arquitectónicos que el arquitecto realizo para la compañía de Adria Gual.

La casa se construyó literalmente alrededor de dos enormes esculturas: el hombre y la mujer, de Arranz Bravo y de Bartolozzi respectivamente, que fueron asentadas en su sitio al principio de la obra. Un grupo de columnas de mármol con capiteles y guirnaldas, recuperadas de un viejo edificio, vino a ilustrar la única linde del jardín colgado, situándolas delante de un gran espalier de enredaderas, como si fuera el resto de un templo mediterráneo o la escena de un viejo anfiteatro, también la casa es, en cierto modo, un teatro: una caja con una embocadura de doble altura, cubierta por un telón. Esta disposición, ya utilizada por el autor en otras casas del campo catalán, está por fuerza orientada aquí al poniente: no cabe otra salida al jardín colgado, pero el obligado parasol se vuelve como un telón entre el jardín y la casa. Y esta se reduce a la condición de un cubo de muros revocados, colocado entre los muros de piedra y la piedra misma del acantilado.

Para completar la escena, el autor aconsejaba al propietario el uso de una túnica romana para disfrutar del Mediterráneo entre el mármol, el pino y la buganvilla...[+]