El proyecto se entiende como un volumen formado por dos cajas. Una pulida, etérea y sin apoyos visibles, revestida con placas de aluminio, que levita sobre otra pieza mayor, rugosa y pesada, de hormigón visto. Entre ambas se reparte un programa residencial convencional: la primera aloja los espacios de noche; la segunda, las piezas de servicio y de estancia. Una abre los dormitorios hacia el este y el oeste; la inferior se orienta hacia al sur. Este juego de opuestos define un proyecto que rehúye las sugestiones tipológicas y lingüísticas de la arquitectura rural austriaca. De ahí las trabas burocráticas que sufrieron arquitectos y propietarios por parte de la agencia local de protección medioambiental, superadas sólo gracias a su tenacidad.

Las dos piezas se presentan en toda su crudeza, e incluso evitan el contacto físico entre ellas. La caja metálica está apoyada en un pilar central y un muro, que recibe la escalera, y apuntalada en sus vértices por esbeltos soportes metálicos. Una banda de vidrio marca la cesura entre ambas cajas. Asimismo se produce un vacío entre la caja inferior y el terreno, al que ésta se ancla por un muro de hormigón que con la pérgola delimita el espacio exterior y resguarda la intimidad de sus moradores.

El prisma metálico alberga tres dormitorios y un baño organizados por una sucesión longitudinal de armarios. La planta baja está dividida por la escalera de un solo tramo que segrega en su lado norte el garaje y el servicio, y en el sur la cocina, el comedor y el salón, separados por una serie de muebles fijos de madera que limitan los usos sin vulnerar su continuidad espacial. Frente a un exterior escueto y monocromo, el interior se presenta cálido y amable por el tratamiento táctil y colorista de sus materiales: la caja de roble del recibidor, la cocina y el comedor en piedra gris verdosa, los suelos cerámicos o de madera, y el paramento vítreo del salón. La disposición de los huecos y la luz rasante producida por el decalaje de los dos volúmenes también contribuyen a hacer más confortables dichos espacios.

Del conjunto de contrastes que se extiende desde la composición hasta la elección de los materiales se han obtenido resultados felices, puestos de manifiesto sobre todo en el control sutil de articulaciones, texturas y detalles. Esa labor de precisión, la forma de implantación en el paisaje y la permeabilidad entre el interior y el exterior son los mayores logros de la Casa P, que acabó recibiendo en 1996 el OÖlandeskulturpreis, un galardón cultural como reconocimiento a la fidelidad de la construcción respecto al espíritu del proyecto original...[+]