La playa de St Andrew’s ubicada en la península Mornington, al sur de Victoria, es uno de los pocos lugares de Australia donde se permite construir junto a la línea de costa, generalmente protegida por las autoridades. Sobre un solar elevado expuesto a las magníficas vistas del océano Índico y a los fuertes vientos invernales se ubica la vivienda: un prisma alargado de 30 por 7.2 metros, concebido como una enorme viga cajón alzada sobre cuatro pilares que dejan dos grandes voladizos en ambos extremos y liberan el suelo, dedicado a almacenaje y aparcamiento. La pieza se envuelve con una piel de entramado de acero oxidado, practicable por medio de unas bisagras de eje horizontal que se convierten en pérgolas protectoras del sol y permiten abrir la fachada para contemplar el panorama.

El programa pedía una sencilla vivienda familiar de tres dormitorios, por lo que se decidió dividir la planta en dos elementos: un gran salón-cocina-comedor y una pastilla de dormitorios, ambos conectados por un paseo cubierto que recorre la pieza longitudinalmente por su lado norte. Para desplazarse de una habitación a otra es necesario atravesar este corredor exterior teniendo que padecer el calor sofocante del verano y el frío y el viento en invierno. Esta estrategia fue una exigencia del cliente, que quería utilizar la casa de fin de semana como lugar en el que recuperar el contacto con la naturaleza después de una semana en la oficina sometido a una temperatura constante de 22 grados.

El edificio forma parte de un estudio sobre la evolución de la arquitectura australiana y asiática. Fragmentos de antiguas viviendas, como las terrazas acristaladas, los pasajes cubiertos o los dormitorios exteriores, se recogen en el diseño del pasillo cubierto que protege a los ocupantes mientras potencia la fluidez de los espacios. La relación entre dentro y fuera es deliberadamente ambigua. El ambiente exterior se filtra a través de una serie de capas, consiguiendo así atemperar las condiciones atmosféricas más extremas... [+]