Casa del silencio en Lampernisse
Dhooge & Meganck 

Casa del silencio en Lampernisse

Dhooge & Meganck 


Lo que no hicieron los bárbaros lo hizo el barbecho. Mientras que los obuses prusianos privaron a Lampernisse de su iglesia en la Gran Guerra, ahora el éxodo rural ha privado al templo —reconstruido en los años veinte com’era— de feligreses. Al menos de los vivos, ya que la parroquia del pequeño municipio belga ha comenzado a funcionar como lugar de reposo de las cenizas de los vecinos, para lo cual se ha sucedido una serie de intervenciones que buscan convertir la nave gótica desacralizada en un espacio más cálido y humano.

Como si duplicasen el ritmo de los pilares foliados, unos muebles cilíndricos alojan los columbarios y trazan un recorrido disperso entre las arcadas laterales, realzado por la claridad y las vistas al jardín circundante que hacen posible las nuevas aberturas sin obstaculizadores parteluces. Un volumen abovedado de madera ocupa el transepto para romper la axialidad litúrgica e introducir una sala de ceremonias más acorde con un espacio funerario contemporáneo: una suerte de Porciúncula laica donde reunirse en la intimidad y sentir la cercanía necesaria para afrontar el duelo.