Dos muros paralelos de tierra compactada definen en una sucesión lineal el espacio doméstico de esta vivienda rural marroquí en Al Haouz. Redefiniendo la tipología tradicional de casa-patio, Dar El Farina conecta y divide las estancias secuenciadas mediante puertas pivotantes. La luz solar penetra en el interior a través de aberturas definidas y claraboyas en el techo. Los huecos cenitales están revestidos con coloridos azulejos zellige de origen local.

La casa divide el terreno en dos paisajes radicalmente distintos, uno seco y otro cubierto de vegetación autóctona, siguiendo las líneas del mesref y la khetara, dos infraestructuras que atraviesan la parcela desértica. La primera, un mesref, es un pequeño canal de agua que se llena unas cuantas veces al año con fines agrícolas gracias a una compleja red de canales que fluyen desde el alto Atlas. La segunda, una khetara, es una galería construida por los almorávides para llevar agua a Marrakech desde aguas subterráneas lejanas.

Los gruesos muros de adobe, la luz solar controlada, los elementos de agua y la vegetación generan un refugio fresco el desierto.