En un solar alargado paralelo a la avenida de las Universidades, en la localidad de Dos Hermanas, el nuevo campus es, con el de Córdoba, el segundo de la Universidad Loyola en Andalucía.

Dadas las condiciones meteorológicas de la zona, donde se alcanzan muy elevadas temperaturas, el proyecto presta especial atención al control del soleamiento y a la ventilación cruzada. Así, el condicionante climático se entiende, más que como un problema, como la oportunidad de dar al campus una forma y una identidad basada en la arquitectura local y desarrollada con la tecnología más avanzada.

Inspirado en los elementos de la arquitectura tradicional andaluza, como son las plazas y patios, el proyecto consiste en una secuencia de espacios abiertos y cerrados dentro de los volúmenes compactos, en la que un cuidadoso estudio de las piezas en sección busca el autosombreamiento y la generación de brisa. Asimismo, también de la mano de la tradición, el proyecto introduce la tecnología textil a través de la ‘vela’, un elemento externo y regulable que controla la luz que penetra en los edificios. Estas ‘velas’ se apoyan a su vez en unos voladizos pronunciados que arrojan una línea de sombra constante sobre las fachadas.

El proyecto está basado en tres pilares, dos de tipo programático —la idea de comunidad y la necesidad de flexibilidad—, y uno de carácter medioambiental —la estrategia integral de sostenibilidad—.

Por un lado, la idea de comunidad viene impulsada y fomentada por el propio esquema arquitectónico, organizado en dos ejes: el longitudinal norte-sur (eje del conocimiento), donde se sitúan los usos administrativos, deportivos y educativos, y el transversal este-oeste (eje humano), que alberga la biblioteca y la capilla. La intersección de ambos ejes genera una plaza que se entiende como el corazón del proyecto: un lugar de encuentro y de puesta en común.

Por otro lado, el campus está pensado como un conjunto flexible, lo que facilita su crecimiento futuro: siguiendo una estrategia de concentración, los elementos comunes se agrupan en el edificio de la primera fase, al tiempo que se diseña un módulo —la pieza de aularios— que permite su repetición a demanda en fases posteriores.

La apuesta por la sostenibilidad se traduce en un diseño integral que cose todo el esquema y lo unifica, y en el que adquieren un rol protagonista tanto las acciones pasivas —disposición este-oeste de las piezas en la parcela o su tipología compacta— como las activas —instalación de placas fotovoltaicas o construcción de un aljibe de recogida de aguas para un mayor ahorro y una máxima eficiencia energética—...[+]