La renovación y la ampliación de la terminal existente se materializan en una fachada de color rojo —vinculado a la tradición y la cultura de la capital de Massachusetts— en la que se utiliza la pintura prismática denominada Boston Red. Creada específica y exclusivamente para el proyecto, esta pintura oscila según la incidencia solar, ofreciendo diferentes matices. La forma en boomerang del edificio actúa como barrera acústica para las comunidades cercanas al aeropuerto. En su parte posterior, orientada hacia el norte, se disponen tres bandas que se extienden a diferentes alturas, permitiendo el acceso de luz en el interior.

Seleccionada como una de las mejoras obras del 2023 por Michael J. Lewis, crítico de arquitectura del Wall Street Journal, la construcción busca promover una experiencia cómoda para el pasajero al recorrer las instalaciones aeroportuarias. Entre ellas se encuentran el nuevo control de seguridad, un espacio amplio e inundado de luz natural con cuidadas conexiones visuales, y el Great Hall, con áreas de entretenimiento y descanso. Las iniciativas de sostenibilidad para minimizar la huella de carbono de la terminal y optimizar la eficiencia energética, incluyen la incorporación de materiales reciclados, así como vidrios electrodinámicos y fotovoltaicos.

El Mundo. Luis Vidal, el arquitecto español del aeropuerto del futuro: "Algún día el pasajero recorrerá sin parar un pasillo que será el detector de metales"