En 1995, con la inauguración del nuevo edificio del Museo Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA) diseñado por el arquitecto Mario Botta, el museo lideró una profunda transformación del distrito South of Market, un barrio que rápidamente se convirtió en un núcleo cultural de la ciudad. Veinte años después, el museo se amplía para continuar con su función regeneradora de la zona. En este caso recupera las conexiones y la circulación entre el edificio y la ciudad creando nuevos espacios públicos y galerías a pie de calle, convirtiéndolo en un lugar público de reunión. Además, se hace el museo accesible desde cualquier punto de su entorno. Para lograr esta permeabilidad, el nuevo volumen se retranquea liberando estos nuevos espacios urbanos y rutas peatonales, y enmarcando las perspectivas del paisaje urbano con el que se conecta a través de los paños de vidrio en la fachada y las dos terrazas exteriores. Un inmenso y frondoso jardín vertical flanquea el edificio en la tercera planta, y desde él se puede apreciar parte de la colección de escultura del museo, que se incorpora a la ciudad. Éste acogerá en sus nuevas diez plantas y 25.000 m² la ampliación de la colección permanente del SFMOMA, así como la colección de arte contemporáneo Fisher, una de las más importantes del planeta.