En pleno corazón de las montañas de Hajar, encaramado a 2.000 metros de altitud sobre un desfiladero, este pequeño hotel se ha concebido como una prolongación del impresionante paisaje omaní. Formado por 78 habitaciones cuya superficie oscila entre los 52 y los 361 metros cuadrados, el edificio se organiza de manera que todas ellas disfruten de las excepcionales vistas sobre el entorno, sin penalizar por ello la privacidad, y dotándolas de unas condiciones adecuadas de confort sin que sea necesario un consumo energético elevado, un aspecto este muy relevante habida cuenta de las difíciles condiciones del clima local, y que le ha valido al edificio la certificación LEED. Así, el diseño del hotel se inspira en las técnicas constructivas tradicionales tanto en la configuración de su envolvente —formada por gruesos muros construidos con piedra reciclada proveniente de la excavación— como en los sistemas de recolección y almacenamiento del agua, que actualizan la vieja tradición del aflaj, una de las muchas técnicas de irrigación que desde hace cientos de años se emplean en Omán, y que consiste en conducir mediante canales elevados o excavados en el suelo el agua obtenida de manantiales subterráneos, almacenándola en aljibes o estanques, que cumplen además funciones pasivas gracias a su capacidad de producir un enfriamento natural evaporativo.