Destinado a taller y galería expositiva de un artista local experto en cerámica Celadón (tradicional en el lugar), el edificio se levanta sobre un plinto de piedra de dos metros de altura, justo enfrente del puente principal por el que se accede a la Bienal de Bambú.

El programa se dispone en siete pequeñas celdas o recintos cavernarios dispuestos en hilera, construidos con muros de tierra compactada y apilados para conformar el espacio interior. Las celdas se revisten con una fachada de vidrio, aunque al exterior sólo aflora una celosía continua que es la que da carácter al edificio al relacionarlo con el tema de la Bienal.

Formada por dos paredes inclinadas que se acaban tocando en el extremo superior, la celosía está construida con palos pareados de bambú que conforman un sucesión rítmica, además de evocar una metáfora previsible dado el contexto: la metáfora del bosque. Los palos de bambú quedan rigidizados por arriba y por abajo con sendas vigas riostras del mismo material, y estas, a su vez, se anclan en su extremo inferior al zócalo del edificio, que está compuesto por una franja de mampostería de cantos rodados —solución típica en la construcción local— y un remate de hormigón armado que da cohesión al conjunto...[+]