Destinado a la promoción de las tecnologías limpias, este edificio de planta rectangular presenta un volumen muy compacto que se divide en tres partes para albergar un programa singular: en los dos primeras plantas se sitúan usos previsibles como laboratorios, aulas o salas de reunión, mientras que la última corresponde a varias viviendas cubiertas con paneles fotovoltaicos, que funcionan como prototipos en los que testar tecnologías y estrategias sostenibles.

La orientación del bloque está concebida para conseguir el mayor ahorro de energía posible, y este mismo fin explica la presencia de la gran celosía que envuelve el edificio, que lo protege de la radiación solar a la vez que favorece la ventilación natural.

Superpuesta a una hoja interior parcialmente vidriada que garantiza la estanqueidad y el aislamiento térmico del conjunto, la celosía es una suerte de mosaico de paneles de piezas de cerámica esmaltadas en color blanco y montadas sobre un bastidor metálico. Esta piel de terracota no es fija; gracias a que los bastidores giran sobre un eje vertical de acero, pueden abrirse en determinados lugares para captar la iluminación natural e incorporar al interior del edificio las vistas sobre el entorno.