La perspectiva de entrada al cementerio sur de Estocolmo constituye el paradigma del paisaje de la muerte entendido como celebración panteísta de la naturaleza, y esta circunstancia ha eclipsado el resto de la importante obra funeraria de Asplund y Lewerentz. Si en Estocolmo el bosque inspiró el lema del concurso (Tallum, de tall, pino) y su solución, condiciones diferentes del medio físico permitieron a los arquitectos ensayar otras formas de conferir al lugar una dimensión espiritual a través del paisaje. Las actuaciones de Malmó, Rud, Kviberg y Oxelósund son muestra de ello.
Para documentarlas y permitir un conocimiento del cementerio del bosque más allá de las imágenes canónicas, Byggfórlaget publicó un trabajo de Caroline Constant y otro de Bengt Johansson con fotos de Fabio Galli. El primero estudia exhaustivamente las aportaciones de cada autor al cementerio sur, acercándonos a la génesis de uno de los espacios sagrados más emblemáticos del siglo. Fuera del marco austero de ese libro quedó la fotografía en color, imprescindible para entender un recinto natural, y ésta aparece en el segundo volumen, editado tras la inclusión de Tallum en el patrimonio cultural mundial.