La última película de Wes Anderson (Houston, 1969) rinde un homenaje sui generis a la época más dorada del periodismo independiente y en concreto al conspicuo The New Yorker, una de las reconocidas obsesiones del director estadounidense. Ambientada en la redacción de un periódico americano, ubicado en un enclave ficticio de una Francia del siglo XX, The French Dispatch desgrana el último número de la revista, un obituario tras la muerte de su director. El hálito diferenciador del cineasta —los colores pastel, la simetría y las cuidadas escenografías— inunda esta colección de insólitos relatos, cuyos personajes rememoran a algunas de las plumas más ilustres de la revista neoyorquina...[+]