El arquitecto ruso Lazar Khidekel dibujó entre 1924 y 1933 un conjunto formidable de ciudades aéreas que desafiaban la gravedad flotando sobre el territorio y generando un paisaje artificial insólito, en el que el nuevo hombre soviético encontraría un modo revolucionario de vivir. Estas visiones urbanas no eran utopías oníricas de mundos imposibles; Jidekel, estaba convencido de que se harían realidad en un futuro próximo que ellos mismos habían comenzado a construir con el triunfo de la Revolución...